Mestiza, como Manuela


“…por la vía láctea se encontrarán, en algún planeta, en algún lugar”.
Fito Páez. “Parte del aire”.



“Soy mestiza”. Eso fue lo que le dije a la señora que vino a “censarnos”. Por
supuesto, la mujer me miró incrédula y no seleccionó nada en su aparatito
digital. Le dije: “Señora, usted me ve muy blanca, pero yo soy mestiza, como la mayoría de los venezolanos”. Ella sonreía tímidamente como si yo la estaba vacilando. Dije entonces, “Mi papá es blanco, mi mamá es morenita, uno de mis hermanos en bien marrón y mi otro hermano es blanco como yo. Mi hijo es morenito claro, pero tiene los ojos chinos y cuando va a la playa se pone negro en un santiamén. Mi abuela era blanca y su mamá era mulata. Usted me dirá entonces, de qué color soy…” La mujer seleccionó “raza mestiza”.

Siempre que cuento esta anécdota me divierten dos cosas: la primera, mucha gente se impresiona con eso de que en el censo me preguntaron de qué raza soy, y segundo, siempre hay una sorpresa cuando digo que mi bisabuela era mulata.

La verdad es que era bastante morena, de nariz gruesa y cabello rizado, pero de boca finita. Era enorme, calzaba 40 y no era precisamente la clásica abuelita tierna que te esperaba con galletitas recién horneadas. Supongo que su carácter curtido respondía a la muerte prematura de su única hija, Ana, mi abuela. No es que fuera cascarrabias, pero no era una doñita dulce. Por lo menos así no la recuerdo.

Sé poco sobre ella. Sé que su nombre era Manuela. Que nació un 01 de junio de 1899 y que su mamá era Adela, italiana hija de Juana, que era irlandesa, descubrimiento reciente que me hizo sentir mayor fascinación por el país de los leprechauns.

En Genova, Italia.
De chiquita, Manuela era terrible, nada la intimidaba y siempre estaba dispuesta a defender a su primita a puños si era necesario. A su papá, no lo conoció, pero parece ser que era un negro descendiente de trinitarios que enloqueció a Adela y luego la dejó “entendiendo”. De ahí el color y la prestancia. Hay una foto que revela al padre como un tipo de lo más elegante, de mirada sabia y severa.

Siendo una bebé, la llevaron a Génova, de donde era su mamá, pero regresaron a Venezuela y aquí se quedaron para siempre. 

Dicen que Manuela era bien dispuesta, una mujer de avanzada para su época. Trabajó en una fábrica de cigarrillos, le gustaba la costura, el joropo, estar a la moda y era muy coqueta: antes de salir de compras se pintaba los labios en el zaguán a escondidas del marido porque era muy conservador.

Ella contribuyó fundamentalmente en la crianza de mi mamá y sus hermanos, cuando mi abuela Ana murió pasando apenas los 40 años de edad. Era su única hija y objeto de todas sus atenciones ilimitadas. 

Manuela era caraqueñísima, valiente y cocinaba como nadie. Siempre que cocino pienso en ella, como tratando de atraer mágicamente algo de su talento culinario que sí obtuvo mi mamá.

Amaba a los animales. De hecho, entre las pocas imágenes mentales que conservo de ella, está la carrera que dio en medio de la calle, con lágrimas y pañuelo, para despedirse de su furioso perro Dug, cuando se lo llevaba el camión de la perrera municipal; y el drama de despegarse de sus dos centenarios morrocoyes porque tenía que mudarse a una casa más pequeña donde no podía tenerlos, ni a sus otros 23 perros.

Ya estando cerca de la muerte, pasó unos cuantos días de delirio. En algunas ocasiones me tocó acompañarla mientras llegaba el último suspiro. Ella, inconsciente, hablaba en italiano. Le hablaba a su mamá y le pedía ayuda. Es un recuerdo bastante extraño que no puedo obviar en estas líneas.

Mi bisabuela y mi mamá
Manuela no vio el amanecer del 11 de noviembre de 1991, el mismo en que yo cantaba “Sale el sol” de Soda Stereo, en el autocine de El Cafetal. Salí de aquel concierto y cientos de papás furiosos esperaban a sus hijos afuera. Los míos no estaban. Llegué a mi casa y tampoco estaban… Me sentí muy mal por no estar cerca cuando le llegó el momento, pero estaba tranquila porque su agonía había terminado.

Me gustaría saber más. Me gustaría saber qué la hacía feliz. Me gustaría escucharla otra vez e interrogarla a juro, aunque ella se negara a contar sus cosas "del pasado" detalladamente, como era costumbre en las mujeres de su época.

Ahora, es posible que reconozca en mí algunos de sus rasgos: soy enorme, me gusta comer y cocinar, y sobre todo, tengo una manía loca de guardarlo todo. Ella era una pionera del reciclaje, así que en cada frasco de vidrio que me cautiva, la veo a ella. A ella, quien dormía en un cuarto misterioso lleno de cajas con revistas, juguetes, ropa y fotos que se negaba a botar. Recuerdos que tal vez servían para mantenerse firme ante tanta pérdida… tesoros fantásticos que la mantienen viva por ahí, flotando en todas partes, siendo parte del aire.

Comentarios

  1. Conmovida. Encantada de como escribes. Uno de sus tesoros fantásticos eres tu, Adriana.

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  2. Totalmente de acuerdo con Claudia, tu eres uno de esos tesoros maravillosos.... Fantastico post! magico, con mucho sentimiento entre lineas! nos transportas... La foto de Genova es too much...

    Simplemente fascinante!

    Te quiero

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  3. Adri, muy bello y sentido tu texto, y naturalmente con muchas cosas que jamás hubiera sabido de ti... :-D Así uno se explica ciertas cosas ;-)

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  4. No te conozco, soy Colombiana y como patrias hermanas que somos me identifico con la introducción de tu relato. Somos mulatos pero con más sangre y amor por la tierra latina. Hermoso, me hizo pensar en mi abuela que aunque muy viejita aún la tengo viva.

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  5. Adri soy fan de tu blog! me encanto esta historia, en este país la mayoria somos mestizos pero hasta con eso quieren acabar!

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  6. Daniel Hernandez5 de junio de 2012, 9:05

    muy bueno, que buenas las fotografias... Hablas de mi abuela Cutu?? es que no estoy seguro pero en la foto me parece que es ella??? Un abrazo, yo tambien soy mestizo pero mas negro que mestizo!! Tqm, cuidate!! tamos hablando...

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    1. Jajajaj sí Dani! La misma. En tú mezcla si se pasó un poco la mano del negro, ahora ya sabes de dónde viene... Lo mestizo es lo que nos hace tan lindos jajaja

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  7. Llego acá por obra y gracia de Marina E. y me encuentro con esta hermosa historia. Me hace recordar un poco a mi propia historia, Bisabuela española de ojos azules, casada con un indio de pelo lacio y piel canela por un lado y un francés llegado a tierras caribeñas casado con una gochita con cara de india... Mestizo de pura cepa, he ahí nuestra raza común, la que ha devenido en mujeres de las más disímiles bellezas y hombres curtidos en una tierra rica en sangres de mil colores.

    Gracias por Adriana, por escrito tan hermoso y cargado de familiaridad :-)

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    1. Bienvenido! Gracias a ti por pasar por aquí y por tu comentario. Voy saliendo a tu blog...

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    2. El placer a sido mío, de hecho ya me suscribí a tus feeds para recibir las actualizaciones automáticamente.

      Sobre tu visita a mi blog, pues las puertas están abiertas, siempre, visítalo cuando lo desees =-)

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  8. Eduardo Hernández Delfino5 de junio de 2012, 14:36

    Impecable manera de escribir, así eres tú, mi querida sobrina. Me conmovió, sí, pero también me alegró ver lo que siento a diario: la presencia de Ana y Manuela. Se siente un nudo en la garganta, durísimo, pero mezclado con una sonrisa.
    Por cierto, de dónde sacas esas fotografías todas sorprendentes...?, creo que sé quien es tu cómplice, tienen un tesoro. Bien, Adriana bella, de alguna forma es bueno ese criticado hábito de "acumular" cosas, algunas luego se disfrutan. Te quiero mucho, cuídate. Tío Tato

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    1. Mil gracias tío! Qué bueno que te gustó. Las fotos: vivo "jurungando" los closets de mi mamá y encontrando maravillas, sin embargo, la de Génova específicamente la bajé del Facebook de Ana Isabel. Besos, cariños y gracias!

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  9. Que lindo relato, me transportaste a ese cuarto lleno de cajas y peroles en Tejerias,si mal no recuerdo!jeje conmigo tambien se pasaron la mano un pelo con el negro jeje pero aun asi soy Mestiza. Besitos prima, ti voglio tanto benne! jajaja el italiano no lo saque de ahi, me lo agarre en el camino!!! llevatelo

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    1. Negrita linda! Justamente tu risa de boca finita es la misma de abuela Ana... Sorprendente genética.

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  10. Que fino Adri, que fino encontrarme con estas líneas. Por cierto yo también soy mestizo y a mucha honra. Un abrazo

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  11. Un tesoro lo que escribes, un tesoro tu cocina, un tesoro lo que guardas, un tesoro tu mestizaje, un tesoro tu familia y tu amor por ella...Eres el tesoro de los tesoros!

    Te amo!

    PD: En mi, también variado mestizaje no tengo negro pero tengo "Guayú" ceruiiita!!

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  12. Adri que bella!!! Estas lineas me hiciron viajar al pasado y recordar a mi bisabuelita Manuela; con sus rizos canositos, su gran tamaño, su color oscuro, su nariz en fin la exacta descripcion que mencionaste, mi mama tambien me ha contado muchas anecdotas de Manuela, su vieja que siempre la consentis, ella la llama su "Chaolin"..Te quiero

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    1. Tati, que cómico... es que me imagino a tu mamá contando. Por cierto, tu mamá también tiene el don de la cocina de Cutú. Cariños y abrazos para todos por allá. Te quiero.

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  13. Mi Adriiii!!! que hermosura de texto, que forma tan bella de expresar emociones y recuerdos, me hiciste recordar de tu abuela Manuela que en verdad era "grandota" y tenía la voz ronca, era una mujer de carácter, pero recuerdo su manera de reír que le salía del alma... fíjate que no sabía que era en realidad tu bisabuela, la historia de amor de su mamá y de su papá debió ser un "escándalo" en la època, pero seguro fué una amor intenso y apasionado como solo se vive con suerte uno en la vida. La foto con mi madrina es bellísima y ella tiene una cara de "felicidad"... me encantó esta historia, sigue escribiendo!!! Muchos besos!!

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    1. Que lindo Lili! Gracias!!!
      Síii! Sólo queda imaginarnos como fue ese escándalo porque ya no hay nadie con esos "daticos"... Besos y que bueno que te gustó leer por aquí.

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  14. Añana!!.. no se ni qué decir, de verdad que te pasas escribiendo así, demasiada perfección... (yo, que no leo nada)me atrae demasiado tu forma de expresar las cosas, no se si es porque cada línea me hace imaginarme tus expresiones, que las conozco demasiado.
    Por otra parte, la historia de la bisabuela, increíble, ojalá supieramos más de todo eso... Yo no la pude conocer pero esas son las historias del pasado que me causan más intriga.

    Sigue publicando cosas que me encantan, y ponte las pilas y saca un libro jajajaja! (quién sabe y te haces famosa)

    Te amo..
    Cubitz

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  15. Jajajaja gracias mi Gaby!! Es para mí maravilloso escribir cosas que te guste leer.Todavía podemos disfrutar de la abuela viendo sus revistas viejas y sus juguetes de metal... Hazlo!

    Besos. Te adoro.

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  16. Adriana tu estilo es muy humano,se pueden ver los sentimientos, las acciones por medio de las letras.

    Felicidades, No me pierdo tus escritos!!

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    1. Gracias! Mil gracias por tus palabras y por pasar por aquí! Saludos a tu tierra!

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  17. Maravilloso texto Adriana, para todos quienes conocimos la abuela Manuela, es agradable recordarla y tu nos ayudas a hacerlo, un rasgo importante de ella que siempre aprecie, era su respeto hacia los demas y tambien la prudencia en sus opiniones. Un ejemplo a seguir.

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    1. Que bello! Que interesante ese dato... Gracias tía. Muchos abrazos.

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  18. Una belleza, qué regalo hermoso, qué bonito rescatar un poco de ese pasado que todos llevamos tan vivo, a pesar de estar tan desperdigados y tan ocupados y tan ausentes, pero esto nos unirá siempre. Muchas gracias, TQM.

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    1. Sí Mariana, tienes toda la razón. Prometo más textos y más fotos... Gracias a ti querida!

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  19. Ay qué, ¡qué hermoso relato! Tengo ganas de preguntar más sobre mis bisabuelas

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