Libros amistosos


Si hay algo bueno en estos tiempos ácidos que vive Venezuela, es el auge de la literatura local. Han surgido más escenarios para divulgarla, más gente invirtiendo en editarla y más lectores entregados sin reservas a lo nuestro. Así que durante el 2012 leí exclusivamente autores venezolanos.

El criterio no fue solo la venezolanidad de los autores, sino que fueran contemporáneos. Gente que está escribiendo ahora, no solo sus novelas, sino un poquito de historia. Ellos, con sus montones de libros vendidos, están relatando uno de los escasos capítulos positivos de nuestros días.

Debo ser franca y decir que no todos los libros fueron maravillosos. Algunos fueron inolvidables, tanto que pasaron al rincón de la biblioteca donde están solo los favoritos. Otros no tanto, algunos me impresionaron, otros me hicieron sentir ganas de que se terminara el año para poder alejarme cuanto antes de ese (o esos autores) y uno por ahí me hizo sufrir tanto que –aunque es un excelente libro, bien escrito, premiado y con una de esas historias que no puedes soltar hasta la última página- no me atrevo a recomendarlo, porque no quiero que nadie llore lo que yo lloré. Se lo hice saber al autor y agradeció mis lágrimas.  A él le gusta el drama.

Pero esta entrada no busca adentrarse en ese camino.  Debía hacerlo al terminar cada libro, pero ya no lo hice, así que a lo que vine por aquí. Quiero revisar un par de factores en común que encontré en esas lecturas o sus autores.

En primer lugar, los venezolanos somos únicos en el mundo. Todos estos autores están locos, pero sufren de una locura sabrosa, es esa genialidad intelectual que padecen tantos escritores, pero mezclada con el tornillo flojo propio de nuestro gentilicio. El humor está presente hasta en la historia más dramática, eso solo lo sabemos hacer nosotros voluntaria o involuntariamente.

En segundo lugar, seremos lo que sea, pero los venezolanos somos amigos, amigueros y amistosos. Sin los amigos ninguna de las historias que leí, habría tenido ningún sentido, pues es la amistad la que en muchos casos ata o desata las tramas. La amistad es uno de los valores más poderosos de nuestra idioscincracia y en honor a esa verdad, encontrada en cada uno de esos libros leídos este año, comparto aquí un pequeño verso que me recomendó mi papá, quien en mi infacia fuera mi “mejor amigo” (porque era quien se pegaba con más entusiasmo a jugar con Barbies conmigo).  

Romance del Conde Arnaldos
¡Quien hubiera tal ventura sobre las aguas del mar
como hubo el Conde Arnaldos las mañana de San Juan!
Con un falcón en la mano, la caza iba cazar,
vio llegar una galera que atierra quiere llegar:
las velas traía de seda, ejarcia de un cendal;
marinero que la manda diciendo viene un cantar
que la mar facía en calma, los vientos hace amainar,
los peces que andan nel hondo arriba les hace andar,
las aves que andan volando nel mastel las faz posar.
Allí fabló el Conde Arnaldos, bien oiréis lo que dirá:
-Por Dios te ruego, marinero, digasme ora ese cantar.
Respondióle el mainero, tal respuesta le fue a dar:
-Yo no digo esta canción, sino a quien conmigo va.

(Del Cancionero de Amberes, c. 1545).

A quienes conmigo van, les recomiendo tres de esos libros que leí el año pasado para todos los gustos.  Son los que pasaron al rincón de los favoritos.

Blue Label/Etiqueta Azul. Eduardo Sánchez R. (Libros “El Nacional”,  2010)
Chulapos Mambo. Juan Carlos Médez Guedez. (Lugar Común, 2012)
La más fiera de las bestias. Lucas García (Punto Cero, 2011)




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