Y Gustavo me trajo de vuelta

Dirán que soy dramática… Sí, lo soy. 

No pude escuchar a Cerati por un buen rato sin que se me enfriara el guarapo, la sopa, el té… todo lo enfriable. Y cada vez que entraba a este blog con intenciones de actualizarlo, veía mi última entrada y allá iba: el guarapo frío otra vez y adiós a las ganas de escribir aquí.


Sin embargo, mi iPod –que es como Bumblebee, que pone la música que necesito escuchar, no la que quiero- me paró frente a frente con Fuerza Natural hace pocos días.

Cuando trabajaba en revistas y me llegaba un disco nuevo, escuchaba algunas canciones salteadas  empezando siempre por el track #7. Solo después de ese ritual decidía si me gustaba o no. Por allá en 2009, cuando llegó Fuerza Natural no me pescó y como ya Cerati venía intenso con la electrónica, confieso que no le puse mucha atención, pero lo guardé con respeto y cariño como hacía con toda su música. Ya llegaría el momento de escucharlo.

Y llegó por los días del guarapo frío. Lo escuché sin saltar desde el track #1 hasta el final y descubrí un disco poderoso, lleno de simbología, de literatura, de coqueteos con el folklore del sur, y con “Cactus”, la canción que me trae hasta aquí.

Mi iPod, como ya dije, es Bumblebee. Me pone a escuchar lo que necesito... Hace mucho que no salía Cerati en el aleatorio, pero en estos días de angustia, crisis, desesperanza general y perenne, apareció.

Dicen que cuando escribió “Cactus” hablaba del efecto que tuvo en él una visita a un desierto mexicano; dicen que si se refiere a un ser querido, a un amor mágico y así... En el libro Cerati en primera persona, de Maitena Aboitiz, él dice que “la canción es como cierta contemplación del tiempo que como humanos nos es un poco imposible... Estamos viviendo un tiempo que nos es absurdo, pero al mismo tiempo es real: va a ocurrir"… Guabinea pues, como decimos los venezolanos. 

Pero como la música es el lenguaje universal y cada quien se la toma como mejor le parece, lo que yo necesitaba oír era “Cactus” para recordar que Dios está en todas partes haciendo de las suyas todopoderosamente, sin importar el tiempo, el lugar y  las realidades de cada quien. Él está. 

La dejo por aquí, por favor escúchenla y cuéntenme qué tal...


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