Mientras cantaba Aznavour... conocí a Cheo

Acompañado de la soledad que ofrece este país sin memoria, murió ayer Eliseo Perera. Aquel consolidado actor de carácter que en los 80 nos invitaba -casi con un regaño- a inscribirnos en el registro electoral. “¡No habrá prórroga!” decía mirando fijamente al televidente.

Lo conocí una tarde de febrero, o marzo tal vez. Por alguna razón fui a parar a su casa en una época en la que ya el nombre del veterano no figuraba en muchos carteles cinematográficos. Los años de luminaria habían pasado y en su hoja de vida se concretaban papeles secundarios que se alternaban entre médicos, curas o abogados. Sin embargo, yo estaba fascinada con la idea, primero porque me parecía tremendo actor y de paso me recordaba un poco a mi papá.

Eliseo me pareció agradable, cercano, gentil y un poco terco. Todo un galán de telenovela olvidada que dejaba ver, a la luz de una lámpara de fibra óptica que reposaba en una mesita, la soberbia de quien fue una gran estrella. Solo bastaron un par de rones con Coca-Cola para que Cheo, como lo llamaban sus allegados, se explayara a rememorar sus buenos tiempos.

Al fondo, un Charles Aznavour de acetato giraba cantando sus éxitos y el humo seco de muchos cigarrillos dibujaba las bambalinas de la gloria y el reconocimiento. Me contó sobre sus años de fama en Puerto Rico, sobre el reto que representó País Portátil, hablamos de Amanda Gutiérrez, con quien trabajó en La Dueña, de Alberto Álvarez y Yolanda Méndez, de Doris Wells, de muchas mujeres, de fiestas, del teatro, del anhelo por recibir el pago de unas regalías, de la fama, el olvido y la miseria. Fue fantástico, pero también me sentí triste ante el empeño del tiempo en borrar la memoria cultural de los venezolanos.

Hoy, cuando intento buscar en Google el afiche de La noche de los asesinos que me regaló Cheo aquel día, solo encuentro un par de fotos que no ilustran el valor de una carrera que,  más allá de sus conflictos personales, cuenta un poco de lo que somos como país.

Lamento no recordar casi nada de aquella tarde del año 92, lamento no haber tenido el hábito actual de anotarlo todo, lamento que no exista un registro decente del trabajo de Cheo, así como de otros buenos actores de su época. Lamento que se haya ido sin haberlo entrevistado.

De él solo me queda este breve recuerdo y una canción de Charles Aznavour.

Comentarios

  1. EXCELENTE GRACIAS POR TODO TU APOYO EN ETOS MOMENTOS DIFICILE SPARA TODA LA FAMILIA UN ABRAZO LLENO D ELUZ GRACIAS
    ARTURO ACOSTA

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  2. Gracias a usted por pasar a leer mi pequeño tributo. Saludos

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